Autoportrait bien fait, mal fait, pas fait (Autorretrato bien hecho, mal hecho, no hecho)

La obra de Robert Filliou nace dentro de las corrientes de conexión arte-vida que aparecen desde finales de la década de los cincuenta, y encuentra su desarrollo pleno dentro del impulso vitalista, antiartístico y antimercantilista de Fluxus. En palabras de Filliou: «El arte es lo que vuelve la vida más interesante que el arte». La autoría, el denostado «gusto» artístico y la propia existencia de la obra de arte, son impugnados desde gestos cercanos a los ready-mades de Marcel Duchamp. La obra se compone de una fotografía del artista tocado con un gorro de papel (referencia icónica ineludible al fantoche del poder y a la falsa autoridad), una caja de madera vacía y el reverso de un lienzo con la inscripción trasera «Portrait de l'artiste» escrita a mano. Autoportrait bien fait, mal fait, pas fait (Autorretrato bien hecho, mal hecho, no hecho) responde así con ironía al carácter icónico de la obra de arte mediante un tríptico que se configura como auto-mofa del artista y de la creación: a la antigua idea académica del arte «bien» o «mal» hecho se une el concepto de lo «no hecho», a modo de reivindicación de la inactividad o recordatorio de la progresiva desaparición del autor tal y como se le había entendido hasta ese momento, o a la desmaterialización de la obra de arte en pos de acciones que expanden los marcos físicos tradicionales.

Carmen Fernández Aparicio